domingo, 30 de mayo de 2010

Historia contada por un blogger


¿Qué tal camaradas? He regresado después de un Sabbat de Blogueo/Loquendo. Esta vez quise hacer algo distinto y traerles una historia contada por mi buen camarada @House_cr y la cual tomaré prestada para presentarla amenamente. Todo empezó un domingo durante la clausura del FIA, ese día se presentaba Gilberto Santa Rosa, mi camarada House llega a las 11:00 am para así poder salvar un campo decente el cual le permita presenciar el concierto de una manera digna y sin golpes de codazos de la gente. Resulta que mi camarada lo mejor que pudo encontrar fueron unos asientos VIP pero esos dichosos asiento lo único que tenían de exclusivo era una silla de plástico de las que se abren si uno tiene unos kilos demás con una gradería parecida a la del redondel de Zapote.

Una vez instalado mi camarada en medio de los gritos, las latas de cerveza volando como palomas perseguidas por un infante en la plaza de la cultura, fue llegando una pareja que a juzgar por su diferencia de edad, parecían madre e hijo pero no, cualquier indicio de relación madre e hijo se despejo con unos besos apasionados, dignos de una novela de tercera de las que presenta canal 7. La mujer podía tener unos 50 abriles mientras que el joven unos 35.

Ya avanzada la noche y en medio del furor, la mujer cincuentona saca una caja TetraPak de vino de mesa (si, de ese que se toma durante un almuerzo) y dos copas de vino, una vez llenas las copas brindaron, como celebrando el magnífico evento y su unión en esa noche llena de estrellas. Cuando nada parecía ser más irónico y graciosa, el ojo alerta de mi amigo house empieza a observar una lata de atún (no voy a decir cual para no hacer publicidad) que la anfitriona cincuentona abre acompañado de unas galletas sodas (las inseparables compañeras del atún) e improvisaron una pequeña cena. Como si la situación no fuese lo suficientemente hilarante ya, la mujer en medio del extasís de la noche, en medio de la bruma, en medio de la cena elegante se puso a levantar su copa llena de vivo de mesa y con apabullantes alaridos acompañaba en los coros al Puertorriqueño Gilberto Santa Rosa. Pobre de mi camarada, que más tortuoso que esto para una noche de música de derroche de exquisiteces de 1500 colones.

En esta historia, aprendí una lección de mi camarada. No importa cuán horrible, incomoda, desesperante y adrumadora pueda ser una experiencia, siempre al final se tiene una historia que contar y por consiguiente, una historia que compartir acompañada de una tasa de café y a la luz de una tertulia o el inevitable viaje en el bus.

Muchas gracias a @House_cr por prestarme esta historia para el post y a todos ustedes que me leen. Espero que tengan una gran cultivación y nos vemos hasta mi próximo post.